CONDUCCIÓN Y DEPRESIÓN UN FACTOR DE RIESGO OCULTO PARA LA SEGURIDAD VIAL
CONDUCCIÓN Y DEPRESIÓN UN FACTOR DE RIESGO OCULTO PARA LA SEGURIDAD VIAL
Autor: Ricardo Calderón Rodríguez
Criminología vial
Introducción
Los trastornos mentales afectan negativamente a la conducción de un vehículo que se convierte en un peligro para la seguridad vial. La depresión es un grave problema de salud mundial con gravísimas consecuencias humanas, sociales y económicas y que parece oculto para una sociedad que rechaza a las personas que padecen esta enfermedad. Pero se conduce con depresión y se olvidan las consecuencias imprevisibles para todos los usuarios de las vías públicas.
La depresión como enfermedad ha de ser considera como un factor más de riesgo para la seguridad vial, un factor humano, recodemos que entre el "70% y el 90% de los accidentes de tráfico se deben a factores humanos" (Tráfico D. G., 2020), entre ellos las condiciones psicofísicas del conductor. Y es que conducimos según nuestro estado psicofísico y los estados emocionales positivos facilitan la conducción porque permiten tomar las decisiones adecuadas cuando conducimos un vehículo, así, como los estados emocionales negativos aumentan las posibilidades de tener un accidente de tráfico. Por ello cuando presentemos síntomas de estar bajo un cuadro depresivo, deberemos acudir a un especialista médico que será quien diagnostique la enfermedad y sus repercusiones físicas y psíquicas y los peligros y riesgos para la seguridad vial.
La tarea de conducción
Conducir cualquier tipo de vehículo es una tarea compleja. Una tarea durante la cual el conductor controla un vehículo en movimiento en un entorno que se encuentra en constante cambio, realizándose de manera simultánea diversas y distintas tareas que exigen al conductor gran concentración en la que intervienen todos los sentidos, en especial el sentido de la vista, ya que a través del percibimos la mayor parte de la información. Pero también es necesario el uso de la atención, la concentración y la memoria, que pueden verse afectados considerablemente por la depresión y repercutir negativamente en la tarea de conducir. Si disminuye la atención aumenta el tiempo de reacción, y la incapacidad de una reacción adecuada ante una situación de tráfico que requiera nuestra intervención.
"La conducción también ha sido definida como una tarea automática y autorregulada". Y desde la psicología cognitiva como: "un proceso activo de búsqueda por medio del cual se selecciona y transforma la información" (Castro, Duran Segura, y Cortés, 2006).
Un proceso de automatización de tareas que con el aprendizaje desarrollamos fruto también de la experiencia de la vida cotidiana. La atención juego un papel muy importante de control y supervisión durante la conducción. (Tráfico, 2018).
En la actualidad las enfermedades psíquicas se han convertido en una autentica pandemia. Según la Organización Mundial de la Salud, la salud mental: "Es un estado de ánimo donde una persona puede materializar plenamente sus capacidades pudiendo hacer frente al estrés normal de la vida y poder contribuir a la sociedad de manera productiva con su trabajo y aporte social" (Salud, Depresión, 2021).
La depresión es un trastorno psíquico de tipo afectivo, intelectual y de conducta, que se identifica por pensamientos, negativos que se retroalimentan constantemente y de comportamientos anormales, convirtiéndose en un gran problema de salud pública. Causando grandes sufrimientos a las personas que la padecen y a las que se encuentran en su entorno, ya sean familiares o amigos, alterando las capacidades no solo para conducir si no también las relaciones sociales, las actividades laborales, con las consiguientes pérdidas económicas y en los casos de mayor gravedad puede llevar al enfermo al suicidio.
Criminológicamente hablando podemos afirmar que, la depresión es consecuencia de la interacción de factores personales, sociales, ambientales y culturales. Desde la biología la depresión se debe a una despuesta insuficiente de las monoaminas biológicas "serotonina, noradrenalina o dopamina" (sanitarios, 2015). También una reacción a los problemas que surgen de la vida cotidiana.
Datos y cifras
En España entre el 6,7% y el 10% de la población está afectada por la depresión. Muchos de los medicamentos que se toman son tranquilizantes, ansiolíticos y antidepresivos y alrededor del 17% de los españoles son consumidores habituales de medicamentos de manera crónica y el 61% toman más de un medicamento a la vez (Salud, Depresión, 2021). Durante la pandemia de la Covid-19 en España se ha incrementado aumentado el consumo de medicamentos para tratar la depresión, pero, parece que se le da poca importancia al hecho de conducir bajo los efectos de determinados medicamentos.
Cuando hablamos de depresión es hacerlo de un trastorno que afecta a millones de personas en todo el mundo y en ocasiones les imposibilita para realizar sus actividades cotidianas, entre ellas la tarea de conducir un vehículo que se vuelve altamente peligrosa aumentando las posibilidades de tener un accidente de tráfico.
En muchos países con ingresos medios o bajos, el enfermo no recibe tratamiento alguno y en ocasiones no hay un correcto diagnóstico. Trastorno que puede acompañar a las personas durante toda su vida, con mejoras y recaídas, impidiéndole su desarrollo social y personal, siendo causa de discapacidad. A esto hay que añadir la exclusión social que a veces sufre el enfermo depresivo porque gran parte de la sociedad no entiende ni su enfermedad ni su sufrimiento.
El objetivo del Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas para el 2030 es: "la promoción de la salud junto a la prevención y tratamiento de los problemas de salud mental". El Plan de acción 2021-2024 Salud Mental y Covid para la atención del impacto provocado por la pandemia y en palabras de Pedro Sanchez presidente del Gobierno de España, afirma que: "debemos dar respuesta inmediata a quienes tienen problemas de salud mental..., es la prioridad de este Gobierno..., las condiciones de vida la precariedad laboral y la incertidumbre ante el futuro aumentan el riesgo de padecer angustia y depresión y se destinaran 100 millones de euros para abordar el impacto del Covid-19, para mejorar la atención primaria, hospitalaria, la formación sanitaria y evitar la estigmatización social".
Síntomas de la depresión
En la siguiente tabla se muestran los distintos síntomas que pueden aparecer durante los estados depresivos. En primer lugar, habrá que descartar cualquier problema orgánico y evitar un incorrecto diagnóstico. Algunas enfermedades crónicas pueden dar lugar a la aparición de la depresión.
Cuando una persona está tomando medicamentos antidepresivos estos pueden producir efectos secundarios, será el médico el que deberá de informar de ellos al enfermo. Hay que destacar, que la efectividad del tratamiento comenzará semanas después de su inicio.
Tabla 1 elaboración propia a partir de la bibliografía.
Tipologías
Según la Organización Mundial de la Salud, los episodios depresivos pueden clasificarse en: leves, moderados o graves, dependiendo del número y la intensidad de los síntomas, así como las repercusiones en el funcionamiento de la persona (Salud, Depresión, 2021):
- Trastorno depresivo de un solo episodio: la persona experimenta un primer y único episodio;
- Trastorno depresivo recurrente: la persona ha padecido ya al menos dos episodios depresivos; y
- Trastorno bipolar: los episodios depresivos alternan con periodos maniacos, que incluyen euforia, irritabilidad, mayor actividad o energía, y otros síntomas como aumento de la verborrea, pensamientos acelerados, mayor autoestima, menor necesidad de dormir, distracción y comportamiento impulsivo e imprudente.
Factores de riesgo
Los factores de riesgo resultan de la interacción de factores personales, cognitivos, genéticos, familiares, sociales, ambientales y culturales. El resultado de esta interacción puede aumentar las posibilidades de sufrir este trastorno. Muchos estudios apuntan al estilo de vida; la carencia de afectividad en la infancia o adolescencia; familias desestructuradas con problemas sociales, laborales y económicos; antecedentes familiares o personales de depresión; acontecimientos de vital importancia en la vida como pueden ser la muerte de un familiar, la pérdida de empleo, la soledad, las rupturas sentimentales, las enfermedades crónicas, haber dado a luz recientemente.
Según la Organización Mundial de la Salud "la depresión es una enfermedad muy frecuente en todo el mundo afectando a unos 280 millones de personas" (Salud, Depresión, 2021).
Las mujeres presentan más probabilidad de sufrir este trastorno que los hombres la respuesta a esta mayor incidencia la podemos encontrar en el factor hormonal y en las diferencias sociales, culturales y políticas de determinadas sociedades que no reconocen los derechos de las mujeres y las relegan a un plano inferior al del hombre.
Pero a pesar de los factores de riesgo mencionados, la depresión puede aparecer sin motivo aparente o este es muy difícil de identificar.
En las campañas preventivas en materia de seguridad vial se debería abordar el tema, actuando en varios campos con información y educación a toda la sociedad sobre la depresión como enfermedad, sus síntomas, sus consecuencias personales, sociales y económicas, evitando la estigmatización social del enfermo, estableciéndose acciones sanitarias como la formación de los especialistas y recursos económicos. Desde la Dirección General de Tráfico se han realizado diversas campañas de información al ciudadano y a los conductores (Tráfico D. G., 2020).
Diagnóstico y tratamiento
El diagnostico deberá hacerlo el especialista médico; ya sea el médico de familia, el psicólogo o el psiquiatra. Con respecto al tratamiento en ocasiones es necesario probar con más de uno hasta encontrar el más adecuado. Los fármacos antidepresivos y las terapias psicológicas son los tratamientos más eficaces para tratar la depresión.
¿Qué se puede hacer para superar la depresión? En primer lugar, acudir a un especialista médico y seguir sus indicaciones, para ello es muy importante la colaboración del enfermo. Una vez diagnosticada la enfermedad y su tipología, el enfermo deberá seguir una serie de pautas en su día a día como: programación del día, toma de medicamentos, no automedicarse, no tomar alcohol y drogas y contar con el apoyo familiar y social, realizar ejercicio y no renunciar a las actividades profesionales si su estado psicofísico se lo permite.
El soporte familiar y una red de amigos es importantísimo para la recuperación del enfermo con depresión como ya hemos mencionado. Reuniones sociales, ampliar el grupo de amigos, hablar con libertad de la enfermedad. La práctica del ejercicio actuará como antidepresivo natural aumentando la autoestima, el nivel de oxigenación del cuerpo y mejorando la circulación sanguínea (aumento de la nodrenalina) así como mantener una buena higiene del sueño y una buena alimentación.
Efectos sobre la conducción
La depresión altera negativamente las capacidades para la conducción sobre todo en lo que se refiere al momento de la toma de decisiones. Deberá ser el especialista médico quien informe al enfermo sobre los efectos negativos sobre la conducción y si puede o no conducir. Todo dependerá de la gravedad de la enfermedad y de los efectos secundarios producidos por los medicamentos. Recomendamos que en la fase más aguda de la enfermedad no conducir, también cuando se está iniciando el tratamiento con los antidepresivos por los posibles efectos secundarios (MSD, 2020).
La depresión produce un considerable deterioro de la atención reduciéndose la concentración y el aumento de las distracciones (primera causa de los accidentes en España) ya que la persona deprimida se encuentra encerrada en su mundo interior, con ideas recurrentes negativas que interfieren en la tarea de conducción. La atención es muy importante para la seguridad vial ya que nuestros sentidos son los responsables del proceso atencional, un conductor afectado por la depresión tiene mermado considerablemente este proceso. Y en ocasiones el enfermo piensa en el suicidio, deseando no despertar de sus pesadillas y acabar con su sufrimiento para siempre. Algunos de los accidentes de tráfico que se producen en nuestro país pudieran ser provocados por el propio conductor que tiene tendencias suicidas. Solo a través de una adecuada investigación del lugar de los hechos, de los antecedentes de la víctima (autopsia psicológica) y la autopsia médico legal se podrá establecer la verdadera casusa del siniestro.
Los especialistas médicos tienen la obligación detectar esta enfermedad, aquí incluimos a los centros de reconocimiento médicos de conductores. Los familiares deben evitar que el enfermo conduzca incluso solicitando a la administración la retirada provisional del permiso de conducir, o adoptando cualquier otra medida que evite que el enfermo conduzca. Con estas medidas muchos accidentes de tráfico que se producen en España se podrían evitar.
El enfermo con depresión sufre insomnio. El cuerpo durante el descanso nocturno necesita reponerse de su desgaste diario, si no se duerme aparece otro enemigo del conductor la fatiga, antesala del sueño y el conductor puede reaccionar ante una situación de tráfico de manera desajustada y descontrolada. Si no se duermen las horas necesarias pueden aparecer durante el día o por la tarde los micro sueños, el conductor continúa conduciendo debido a la experiencia y a la automatización de las tareas de conducción y entonces puede ocurrir el accidente (Montoro, Alonso, Esteban, y Toledo).
Conducir supone un gasto considerable de energía, algo que no está disponible en el conductor que padece depresión. Este gasto de energía se incrementa si conduce durante mucho tiempo reduciendo las capacidades óptimas para conducir con seguridad, requiriendo un gran esfuerzo físico y mental al enfermo, con pensamientos negativos sobre sí mismo, sobre el futuro y el presente próximo, es decir: hacia los demás conductores, vehículos y hacia las situaciones del tráfico que le rodean, se ve amenazado el entorno vial. Por lo tanto, no sabe a qué velocidad circula no maneja adecuadamente los mandos del vehículo y llega a tener alteraciones de la percepción de la realidad del tráfico que le rodea provocando alucinaciones visuales y reduciéndose el campo visual o auditivas y tiene problemas para localizar el lugar de donde proceden los sonidos.
El conductor necesita procesar e interpretar toda la información que le llega del entorno circulatorio de manera correcta, vías por las que circula, vehículos, señales de tráfico, información de su propio vehículo, movimientos de este, etc., y después tomar la decisión correcta, poner el intermitente, adelantar, girar a la derecha, detenerse, pero se produce un enlentecimiento sensomotriz sobre todo si las situaciones de tráfico son complejas, lo que le lleva a tomar decisiones precipitadas o erróneas.
El depresivo es muy sensible ante las situaciones complicadas que se producen el tráfico vial, se siente impotente produciéndole una falta de control del vehículo lo que le origina estados de ansiedad, agresividad y en consecuencia de nuevo la aparición de la fatiga. Un conductor con depresión o con ansiedad tiene más posibilidades de verse involucrado en un accidente de tráfico, entonces se desencadena la agresividad como mecanismo de defensa, respondiendo ante determinadas circunstancias del tráfico de manera peligrosa.
El conductor con depresión se encuentra encerrado en su problema desatendiendo al entorno circulatorio. Tiene dificultades para comunicarse con el mundo exterior, es incapaz de interactuar con el medio que le rodea y puede hacer una maniobra incorrecta generando una situación de peligro. Además, sufre desorientación incluso en lugares que conoce por lo que circulara a una velocidad más reducida de lo normal.
Reflexiones criminológicas
En nuestra vida cotidiana utilizamos el vehículo para desplazarnos por ello, debemos ser consciente de los problemas que para la seguridad supone conducir un vehículo cuando se padece depresión, especialmente si el conductor se trata de un conductor profesional.
La depresión es consecuencia de la interacción de factores personales, cognitivos, genéticos, familiares, sociales, ambientales y culturales.
Estas condiciones psíquicas y físicas alteran las condiciones óptimas para conducir un vehículo con seguridad.
En primer lugar, cuando presente síntomas de la enfermedad se deberá acudir a un especialista médico para que haga el correcto diagnóstico. Debe ser informado de la enfermedad que padece, así como de los posibles efectos sobre su aptitud para conducir un vehículo, lo correcto es no conducir durante las primeras semanas de tratamiento o hasta que el médico le autorice.
El momento más crítico es cuando se llega a la consulta del médico y una vez diagnosticada la enfermedad se inicia el tratamiento por la suma de los efectos negativos de la enfermedad y los posibles efectos adverso de los medicamentos.
El enfermo deberá evitar la automedicación, así como la ingesta de drogas y alcohol ya que potencian los efectos negativos de la enfermedad aumentando los peligros al volante.
La formación vial debe de centrarse también en informar y formar a los ciudadanos sobre esta enfermedad, estableciéndose tres niveles de prevención: primaria, secundaria y terciaria, con fines y objetivos distintos. La primaria con el objetivo de descubrir los factores de riesgos asociados a la enfermedad. La secundaria, dirigida a detectar la enfermedad, estableciendo mecanismos de detección. Y la terciaria, que agruparía aquellas medidas encaminadas al tratamiento de la enfermedad y su curación. También añadimos la prevención cuaternaria para evitar las posibles recaídas con un adecuado seguimiento del enfermo y en consecuencia muchos de los accidentes que se producen en España y en el mundo se podrían evitar.
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